Los dioses principales emprendieron el camino de regreso a la fiesta. A prudente distancia, Anubis los seguía, sigiloso como es su costumbre; sin embargo, tanto el poderoso Ra como la perceptiva Isis, lo interceptaron al unísono:
- Anubis, nuestro eterno espía, no es la primera ocasión que nos percatamos de tu afán de información- admitieron ambos dioses con suma seriedad.
- Confiamos en tu discreción como siempre- le recordó Isis.
- ¿El anuncio se hará oficial esta noche?- quiso saber el guardián del inframundo.
- Aún no, el convite al que fuimos invitados tendrá un buen termino, lo que has escuchado, se sabrá a su debido tiempo- sentenció Ra.
En efecto, el retorno de las deidades tutelares apenas fue notado por los ilustres invitados, quienes se hallaban inmersos en la euforía que producen los exquisitos elíxires para tal fin, cortesía por supuesto de Dionisio, Mayahuel y Ninkasi.
A partir de ese día, numerosos sucesos catastróficos empezaron a suscitarse en la Tierra, la presencia de Helios se hizo sentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario