UNA CHARLA PENDIENTE
Propiedad de campo de Gauthier, aledaña a Madrid, España, miércoles 27 de marzo 2013
12:00 am
Estaba cruzando el jardín cuando me percaté de su sombra, me senté en el borde de la fuente estilo barroco, la cual ha sido testigo de innumerables sucesos y largas conversaciones, ¡si esa fuente pudiera hablar! Fijé mi vista en el firmamento nocturno, no me volví a mirarlo, sabía que era él. El momento había llegado. Por fin pudo decir:
- Te debo mucho, ¿sabes?-.
- En parte a eso vine aquí, a saldar deudas, en ese caso ambos nos hemos estado debiendo- dije con tranquilidad.
- No es sólo tu apoyo con mi "suicidio asistido", también por convencerme de lo contrario, sé que interviniste- recordó.
- Te necesitamos y lo sabes- solté sin más.
- Creo que no me lo pondrás tan fácil- admitió.
- Siempre te gustó lo complicado- le recordé (tratando de ocultar lo divertido que me resultaba la situación de verlo en dificultades al tratar de disculparse).
- En verdad siento mucho todo lo que te hice pasar, emocionalmente nunca he sido estable, mi fortaleza en parte fue una fachada, sabes muy bien que en raras ocasiones he permitido entrar a alguien a mi mundo, te quise cuando estuvimos juntos, por esa misma razón, hice lo posible por alejarte- confesó.
Había esperado siglos para escuchar esas palabras, con el transcurrir del tiempo me hice a la idea de que nunca pasaría, sentí alivio, como si me liberara de una carga interna, al cual seguía ahí, a pesar de haber continuado con mi existencia. Esa noche por fin desapareció.
- Y no sabes lo mucho que agradezco que haya sido de ese modo, en el fondo siempre fuiste consciente de tu inestabilidad, nunca pudiste olvidar a ese primer amor, anterior a tu conversión- inicié.
- Lo que sucedió entre nosotros no terminó como hubiésemos querido, te agradezco por seguir estando presente- prosiguió.
- Y yo por conocer la pasión incontrolable a tu lado- reconocí sin pena.
- Agradeceré a perpetuidad haber conocido a tu descendiente, aunque tomó la decisión que acabó conmigo- secundó.
- Te agradezco infinitamente haber convertido a Miranda y de alguna manera ponerla en mi camino- tercié.
- Te seguiré agradeciendo tu apoyo incondicional- puntualizó.
- Agradezco que ayudaras a Miranda con mi rescate- seguí.
- Fue trabajo en equipo, así es ser parte de la familia de Gemma- finalizó.
- Ahora estamos en deuda con ella- reconocí.
- Hasta morir o vencer- concretó.
Hubo un silencio que no fue incómodo, situación que no era común en lo que llevábamos de relación, ya fuera como amigos, amantes o simplemente compañeros de condición. De repente reímos, él sacó un mini baúl de madera finamente trabajado y me lo entregó:
- Son las llaves de esta propiedad, es mi regalo de bodas y mi felicitación por tu entrada al Consejo-.
- ¿Entonces piensas proseguir con...?- inquirí.
- Quiero seguir existiendo, pero de igual forma deseo dejar el pasado atrás, esta vez de verdad, aquí tengo demasiados recuerdos, lo pueden transformar en hotel, museo, reformarla para venir de vacaciones, lo que se les ocurra- sentenció.
- Es demasiado- advertí.
- Lo merecen, con la energía y vitalidad de ambas, pueden lograr que este lugar florezca- añadió.
Nos pusimos de pie y nos abrazamos, necesitabámos ese instante de sinceridad auténtica, hacer las pases con nuestros respectivos pasados para estar en paz. Nuestros destinos estaban en juego una vez más y no teníamos la certeza de salir vencedores como en otras ocasiones.
Así culminó un ciclo, en el que por fin el guerrero se quitó la careta, aquella en donde sólo mostraba frialdad, invulnerabilidad y ferocidad, se dejó ver ante mí tal cual era: un hombre inmortal físicamente pero con una fragilidad emocional tan mortal como cualquiera de nosotros podría tenerla, la cual nos acompanará por siempre, nuestra parte humana jamás morirá del todo.