sábado, 29 de septiembre de 2018

Crónica de una condena (Flor de Luna)


REENCUENTRO

Alguna zona boscosa aledaña a Madrid, España, miércoles 27 de marzo 2013
12:30 am

Quedamos de vernos en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, posteriormente rentamos un auto, casi no hablamos durante el trayecto pero podía jurar que en nuestras mentes se concretaban varias conversaciones detrás de una fachada angustiada.

Así estábamos las cuatro: Gemma, Karyme, Miranda y yo, cada una sumida en sus pensamientos, cruzando miradas de vez en cuando, cada una protegiendo su mente de una incursión, supongo que la información clasificada que cada quien poseía saldría a la luz, una vez que estuviéramos con Gauthier.

Hacía siglos de la última vez que en que siquiera había visto aquella mansión perdida en el bosque, procuraba evitar esos recuerdos, aunque ya no causaban ningún disgusto; por lo cual, Gemma fue la encargada de conducir hasta allí. Visiblemente descuidada, se encontraba aquella propiedad, ni sombra de lo que alguna vez fue, no me extrañó, puesto que a su dueño no le importaba nada; sin embargo verlo de nuevo sí me sorprendió.
Nos aguardaba en la entrada, notablemente recuperado, había vuelto a ser el caballero guerrero de antaño aunque ya no exudaba esa sexualidad agresiva y atrapante que de igual forma lo caracterizaba, ¿Cuánto tiempo le habrá tomado recuperarse? Era una de las tantas preguntas por hacerle.

En cuanto vio a Gemma la abrazó, los ojos de ambos se aclararon, en los de él vi genuina conmoción, algo que nunca había demostrado en siglos de conocerlo, aunque haciendo un poco de memoria, con las únicas que se quitaba la coraza en ocasiones era con ella; su madre, hermana, amiga y líder, siglos después, también lo haría con mi descendiente, el amor de su existencia.

Con Miranda y Karyme fue cordial pero distante, me dejó al final, terminándome de sorprender al abrazarme y decirme en voz baja: “tenemos mucho de qué hablar”, “lo mismo estaba pensando”- le contesté.

Por dentro la casona no se veía tan deteriorada, había espacios acondicionado para visitantes de confianza; especialmente para nosotras, y en otros, de plano brillaban por su ausencia los muebles o cualquier otra ornamentación. Gemma y Gauthier se dirigieron al que había sido su despacho, las demás nos fuimos a instalarnos y luego, al notar que aún no salían, fuimos a dar una vuelta por los alrededores. 

Apenas reconocí el lugar, todo había cambiado, las escasas residencias de la zona también se veían abandonadas, Miranda tenía el temor de que al volver ahí, un sitio donde había vivido emociones tan intensas me trajera dolorosos recuerdos e hiciera mella en mi estado de ánimo; sin embargo, no sentí nada, con toda honestidad puedo decir que mi mente está ocupada en las mismas preocupaciones que nos atañen a todos en estos momentos, las principales que nos trajeron aquí en primer lugar, después las que vayan surgiendo, todo este tiempo me ha acompañado la sensación de que no la tendremos tan fácil para salir de este embrollo.

Algunos misterios se irían aclarando con el paso de los días, se vendría una reunión de Consejo (mi última vez como testigo) y esa conversación pendiente que tendría con Gauthier. 






domingo, 16 de septiembre de 2018

¡México, patria mía!

Por Raúl Felipe, cantante y compositor mexicano (no hay mayor información sobre este autor)

 
México, patria mía, 
permite que grite a los cuatro vientos,
el amor que por ti yo siento...

México, patria mía, 
soberana adornada de montañas,
monumentos a los héroes
que descansan en tu entraña...

México, patria mía, 
tu cielo azul, te baña de virtud
y en tus campos verdes, 
renacen tus nuevos héroes...

México, patria mía, 
águila, serpiente y espina,
tantas cosas te lastiman,
y aún así, caminas...

México, patria mía, 
nunca pierdas la alegría, 
porque yo he de morir, 
pero tú seguirás erguida...

México, patria mía, 
es humilde mi poesía, 
recíbela como un presente, 
de éste hijo, que te lleva en la frente...

¡México, patria mía! 
¡tierra y luz de mi vida!
¡suelo moreno!, 
¡Dios te bendice desde el cielo!




domingo, 9 de septiembre de 2018

Un oasis en el desierto. Final


Por fin llegó el gran día, fue en los jardines de la mansión de Axel, fue únicamente una unión civil pero con el esplendor de una religiosa, creo que en esos momentos cada quien le agradeció a su manera particular a aquella fuerza creadora e invisible que nos rodeaba y por obra del destino hizo posible nuestro enlace, aunque es verdad que nuestras propias voluntades también jugaron un papel importante. A pesar de ser diseñadora, Gemma optó un vestido blanco sencillo pero sensual a la vez, no podría detallarlo con exactitud, lo haría torpemente; aparte, era su expresión de felicidad lo que me atrapaba.



Al día siguiente de la de la ceremonia y la breve recepción, a la cual, se quedaron hasta tarde prácticamente sólo los miembros del grupo de inmortales, todos emprendimos el camino rumbo hacia al apartado lejano lugar donde se llevaría a cabo mi conversión

Era un castillo enquistado en una parte boscosa y solitaria en Escocia, ahí iba a ser la supuesta “luna de miel”, habíamos decidido que luego de la boda, me convertiría de inmediato.



Ya entrada la noche, todos se reunieron en un gran salón, sólo faltaba yo, me dieron un tiempo para relajarme, me di un largo baño y me alisté como si fuera a una ceremonia, me vi al espejo, apenas unos escasos hilos de plata se empezaban a notar en mi oscuro pelo y algunos surcos se comenzaban a dibujar alrededor de mis ojos castaños que ya usaban anteojos, me alegré, puesto que eran señales de me había esforzado para ser digno de Gemma; en efecto, en estos 5 años que transcurrieron casi no había dormido, de igual forma, me complacía aparentar más edad que mi esposa, cuando nos conocimos era ella mayor que yo, aunque nadie lo hubiese siquiera sospechado, sé que suena trivial y hasta ridículo que este aspecto me preocupara pero era uno de los muchos tabúes con los que cargaba, sólo con el tiempo y conforme me fui adentrando en el mundo inmortal, los fui dejando atrás. La conversión había llegado en el momento justo: aún me veía joven pero no me sentía tan obtuso como antes.

Apuré mi paso hacia el gran salón, con solemnidad indiqué que estaba listo, Gemma me condujo a una habitación contigua, entramos, cerró la puerta, me besó, me acarició la cabeza, el cuello, me susurró al oído: “es el último dolor que sentirás; al menos físico, lo prometo, aunque por desgracia del emocional nadie se salva, mucho menos nosotros”.



Traté de normalizar mi respiración, me desabrochó la camisa, pasó las yemas de sus dedos por mi torso, al contrario de otras ocasiones, transmutó de una temperatura cálida a la real, me fue tocando para que me fuera acostumbrando al frío, la sensación gélida me invadiría de golpe, sentí un agudo dolor en el abdomen y los escalofríos se apoderaron de mi cuerpo hasta llegar a la hipotermia. Oficialmente, mi vida como humano terminó.







lunes, 3 de septiembre de 2018

Divina reunión. Diagnóstico

Hera cayó de rodillas en el suelo tomando la mano de Gaia esperando alguna reacción de aquella figura moribunda, rompió de nuevo en llanto, tanto Chalchiuhtlicue como Anfítrite la ayudaron a levantarse e intentaron calmarla.

Zeus, Quetzalcoátl, Tláloc y Poseidón preguntaron al unísono:

- Cronos, ¿cuánto tiempo le queda a nuestra madre?-.

El anciano los observó con gesto apesadumbrado y se mesó las barbas antes de contestar:

- Me temo que poco hijos míos, cada vez será menor, ya saben qué hacer, aunque en esta ocasión las medidas serán más drásticas-.

Los dioses se vieron los unos a los otros, en sus miradas aparte de resignación al diagnóstico, había miedo, el estado de Gaia tendía a ser peor cada lapso de destrucción- creación, de ese ciclo interminable en el que todos tendrían que estar involucrados.

Aparte de organizar el inevitable evento que tenía lugar cada determinados siglos, llevaban a cabo la ardua labor de lidiar y aplacar el ánimo de los demás dioses, misión que se ha ido tornando imposible, dado al carácter desbordado de algunos.

La cooperación de cada uno no era el problema, el caos se desataba cuando unos cuantos exageraban su entusiasmo y contagiaban a los demás originando una hecátombe de proporciones apocalípticas; sin embargo, en esta ocasión, esas emociones al límite por parte de sus hermanos y colegas serán necesarias para salvar a la madre de todos.