Es el color que impera, sus flores enmarcan románticamente cada cuadro de la ciudad, otorgándole alegría y vitalidad sin importar de cual se trate.
Adorna los camellones, las avenidas, los jardines, las vistas hacia las ventanas, haciendo más leves las cátedras en los salones, recordando a los alumnos las próximas vacaciones. Da colorido a la más gris estampa urbana.
Otorga luz incluso a los sitios considerados más tétricos, sí, aquellos que por lo general, son la última morada.
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