martes, 6 de marzo de 2018

Crónica de una condena (Flor de Luna)




CONFESION

Ciudad de México, Miércoles 02 de Enero 2013
01:00 am

Gemma partió el 29 a Londres para festejar con su familia, se fue con sentimientos encontrados, por un lado tranquilidad de haber compartido información pero cierto dato que encontramos la sobresaltó, aparentó no darle demasiada importancia, me dije que más tarde averiguaría a fondo.
Miranda y yo celebramos un Año Nuevo más, esta vez nos unimos al brindis que se llevó a cabo en el Hotel Zócalo Central Ciudad de México, pasamos la noche del 31 ahí, a mediodía del 1° regresamos a mi departamento. Nuestro estado de ánimo era alegre, hasta que bien entrada la noche se tornó solemne, quería tocar el tema que había apurado a Gemma para hacernos esa visita tan repentina.

-      Creo que apenas tenemos una mínima idea acerca de lo que nos estamos enfrentando- soltó de repente.
-      Siempre he tenido la sensación que hay algo más de lo que hemos conocido hasta el momento, moriría por saber que es, claro si pudiera- contesté lanzando una leve risa.
-      Pues estuviste a punto- señaló sin darle ninguna gracia mi comentario anterior.
-      ¿Alguna vez me dirás la razón? Nunca quieres tocar el tema- expresé con seriedad.
-      No es mi asunto favorito- espetó con cierto enfado.
-      Tenemos que hablarlo algún día si queremos saciar nuestra curiosidad- traté de calmarla.
-      En parte lo hice al revisar los archivos que te dio Gauthier, hay un nombre en esa lista que sigue llamando mi atención a pesar de estar marcado como finado- aclaró.
-      ¿Te refieres al cambia forma que me tuvo como drogada por casi tres años?- cuestioné.
-      Sí a ese, caray, hace cuatro años de esto y aún no puedo pronunciar su nombre, el muy hijo de puta casi te mata- profirió con marcado desdén.

Me sorprendió, en muy raras ocasiones arrojaba insultos de ese calibre, la situación continuaba afectándole, al lograr recuperarme de mi letargo me costó bastante acercarme a ella y reconquistarla no se diga, Gemma y su esposo intervinieron en mi favor alegando a que yo no contaba con la protección especial contra esos males y los siglos de experiencia que ellos tenían, con mucho esfuerzo, me dio otra oportunidad, mirándome a los ojos, casi leyéndome, prosiguió:

-      Este tipo pertenecía a una estirpe cuya sangre es sumamente adictiva para los inmortales, con un prolongado de tiempo de consumo es sumamente letal, por esa fundamental razón fue muy apremiante poder encontarlos, recurrimos a sobornos, torturas y uno que otro asesinato-.
-      Contextos en los que Gauthier es experto- afirmé.
-      También lo soy cuando me lo propongo, más cuando está en riesgo alguien a quien amo- asestó decididamente.
-      A pesar de estar muerto sigo presintiendo que seguimos en riesgo y la reacción de Gemma al ver su nombre en la base de datos terminó por confirmarlo- expresé.
-      Y ninguna de las dos se equivoca, ese imbécil era demasiado resistente a los tormentos que le infligimos, lo único que pudimos obtener fue que había más como él, no dio nombres y mucho menos ubicaciones, era tanta mi rabia que terminé decapitándole, en esa ocasión, quien trató de contenerme fue Gauthier pero no pudo, ahora entiendes porque estoy en deuda con él, por cierto, ¿ya puso fecha para su eutanasia?- quiso saber.
-      Aún no, y en serio, estoy preocupada- confesé.
-      Por eso es vital que formes parte del Consejo, adquirirás la protección especial que tenemos los miembros más antiguos, además, ahora es sumamente trascendental que estemos más unidos que nunca, ¿podríamos contar con tus amigos en caso necesario?- demandó.
-      Por supuesto que sí- aseguré.


Ya empezaba a salir el Sol de un nuevo día, después de la conversación apenas hablamos, ni nos tocamos, se encerró en su habitación, había hecho un enorme esfuerzo al hablar de lo ocurrido aquella noche de hace cuatro años, siempre fue difícil tocar el tema sin que ella enfureciera y pusiera distancia, lo comprendía pero era ineludible ya que de ese evento podría depender nuestra sobrevivencia en el futuro, no sólo la nuestra sino la de toda la familia, así nos considerábamos sin importar que no compartiéramos genética.







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