El espíritu de la fuente (Del baúl del pasado)
Volvió
a pasar el tiempo, par que hubiera más iluminación en las noches, mandé instalar
cuatro pequeños faroles en el patio, lo hice pensando par que esta vez pudiera
ver mejor la sombra, ahora si me armaría de valor y me le enfrentaría.
Dieron
las dos de la madrugada, yo estaba afuera detrás de un pino muy cercano a la
fuente, después de un rato apareció esta vez si pude distinguirla, me ayudó también
la luz de luna, su vestido era color púrpura, su cara esta cubierta con un
velo, lentamente se sentó en un borde de la fuente y se descubrió el rostro.
Su
piel era muy blanca, tenía unos rasgos perfectos, cabello castaño, ondulado, de
repente se cubrió la cara con las manos y comenzó a llorar.
Me
acerqué despacio, me senté a su lado y le pregunté:
-
¿Puedo ayudarte en algo?-.
Ella
levantó la vista, dejó de llorar y fue cuando pude ver sus ojos, eran color
miel, entre sollozos atinó a decir:
-
¿No te asusta verme aquí?-.
-No,
porque sé toda la historia, también sé porque tu alma sigue penando- le contesté.
-
Entonces sabrás que estoy condenada a seguir así para siempre- recalcó.
-
Todo tiene solución, eso que estas buscando puede estar en cualquier parte de
esta casa-.
-
Sé exactamente donde está, pero necesito ayuda, hasta ahora nadie se me había
acercado, todos se asustan cuando me ven pasar y mas cuando me oyen
llorar-.añadió.
-
¡Todo pudo ser resuelto desde hace tiempo!, dime donde está el medallón, quiero
ayudarte- exclamé.
-
Alrededor de la fuente hay azulejo, justo debajo de este enterré el medallón,
no muy profundamente, pero hay que quitarlo para poder escarbar- me explicó.
-¿Por
qué lo enterraste ahí?, creo que hubiera sido mejor que te sepultaran con el-.
-
Mi última voluntad la dejé en una carta a mi dama de compañía en donde
explicaba porque me suicidaría, que cuando encontraran mi cadáver lo
incineraran y que las cenizas las arrojaran al lago, es por eso que lo escondí
aquí para que no pasara de mano en mano en el tiempo y que cuando llegara
alguien que me comprendiera, me ayudara a encontrarlo para poder cumplir ahora
sí mi último deseo-.
-
Y, ¿Cuál es ese?- insistí.
-
Ir a la parte más antigua del cementerio y enterrar el medallón en la tumba de
Rafael, mi único y verdadero amor- concluyó.