martes, 31 de julio de 2018

Andanzas 6: Cineteca Nacional, again!!

Desde la primera visita, tuve ganas de repetir.

La ruta cambió un poco al agregar otro medio de transporte: el Suburbano, está vez lo hice en compañía de una ex compañera de trabajo con la que con el tiempo inició una amistad que hasta el momento sigue, ojalá nos podamos hacer más espacio en nuestras agendas para vernos más.

Ella no había ido ahí por lo que fui la guía, a ella le entusiasmaba ver "La isla de los perros", quedamos en comprar los boletos cuando faltara poco para la función, pero la charla con café nos envolvió tanto que para cuando fuimos a taquillas ya estaban agotados, así que nos decidimos para la más próxima, que se tituló "El discípulo" un filme de origen ruso, en el que me confirmó una opinión que ya tenía de mucho antes: cualquier ideología llevada al extremo te puede hacer descender a la locura... Y de remate unas condenadas ganas de agarrar a chanclazos al protagonista.

Al terminar la cinta nos soprendió la lluvia y un viento bastante fresco nos hizo refugiarnos en la terracita que da a la sala 8, en donde tuvo lugar una lectura de tarot, que me dejó bastantes cosas que pensar, en las que debo trabajar, que también debo soltar y dejar entrar.

Definitivamente una gran tarde de sábado.




 Si desean contactar a mi amiga para alguna consulta, les dejo sus redes sociales:



Instagram: @rosyplata30

 

domingo, 22 de julio de 2018

El retorno

Como en la mayoría de las ocasiones esperé a la noche, actué solo como casi siempre, con un apetito que apremiaba.

Faltando a mis costumbres, no hubo tortura física y psicológica como parte del juego previo que me encantaba, mi recuperación debía ser rápida y el tiempo me pisaba los talones, afortunadamente la escoria abunda y parece multiplicarse cada vez.

Un par de semanas dedicado exclusivamente a la cacería y al entrenamiento me bastaron para volver a ser el guerrero de mis primeros años de existencia inmortal y que pude haber sido en el plano humano, para eso me había entrenado desde niño.

Debo perdonarme por mi debilidad, debo perdonarme por la cobardía mostrada al tratar de abandonar a mi clan, espero ellos también puedan hacerlo.

Me tienen de vuelta, me tienen entero y citando mi juramento de caballero: "Hasta morir o vencer". Que así sea. Gauthier




jueves, 19 de julio de 2018

Licántropo



De nuevo lo seguí, me daba rabia admitir que era más rápido que yo, me resultaba curiosa la capacidad que tenía para dominar su brutalidad, algo que sólo habíamos logrado los seres nocturnos de sangre fría, con años, más bien siglos de concentración y práctica.

Una vez pasada su transformación, ya fuera porque amanecía o la luna menguaba, parecía un humano cualquiera, bueno, no tanto, era deliciosamente atractivo.

Completamente velludo, un pelaje azabache en el que empezaban a notar unas cuantas hebras de plata, como la misma luna que lo regía, unos ojos oscuros que igualmente rezumaban fiereza y picardía, una sonrisa blanca que invitaba a las más traviesas fantasías, su estatura no era impresionante pero con lo anterior que describí no le hacía falta, además al convertirse en lobo, aumentaba su tamaño exponencialmente.

Mis apetitos habían sido saciados con infinidad de mortales, jamás me había planteado, ni siquiera imaginado como sería con un depredador nocturno igual que yo, hasta que me topé con él, lo he estado siguiendo, me he sorprendido mordiéndome los labios, deseando poder hincarle el colmillo.


Pero en esta lucha de poderes, ¿Quién acabaría con quién?, ¿Quién perdería? ¿Quedaríamos satisfechos? ¿Se repetiría? Ojalá pronto pudiera tener respuestas a esas interrogantes, esta locura dejaría de torturarme cada noche…





 





miércoles, 18 de julio de 2018

Un oasis en el desierto. Parte 8


A nuestro regreso a Inglaterra nos absorbieron nuestras respectivas ocupaciones, nos dábamos breves instantes para pasar un poco de tiempo juntos: fijamos fechas, tanto para la boda como para la conversión, iniciamos algunos preparativos, serian contados los invitados a la fiesta; la mayoría, amistades muy cercanas, algunos colegas e inclusive clientes distinguidos, tanto de Gemma como de mi parte. Con mi familia ya no tuve contacto aunque lo intenté, terminé por aceptar que con el tiempo lo asimilarían.



Casi al concluir mi primer año de residencia en Londres, ella me presentó con los miembros de su clan; es decir, sus compañeros de condición, a quienes ella consideraba su familia más próxima.



La reunión se llevó a cabo en una mansión alejada de la ciudad que hasta la fecha le pertenece a uno de ellos, como aspirante a arquitecto que era en ese entonces, quedé absorto con los jardines y el majestuoso estanque de la entrada y todavía más con la fachada estilo gótico. El mismo anfitrión nos recibió en la puerta principal, saludó afectuosamente a Gemma, me estrechó con fuerza la mano, sin dejar de hacer contacto visual conmigo, murmuró: “Bienvenidos, sólo faltaban ustedes” y nos condujo al gran salón.



Las miradas se fijaron inmediatamente en mí, me escudriñaban, lo cual, era completamente normal, se preocupaban por el bienestar emocional de quien consideraban su matriarca, hermana y amiga; por otro lado, querían asegurarse de que su lideresa había elegido sabiamente a un futuro miembro.







Procuré que al menos en apariencia mi porte fuera serio para mantener la mirada fija en cada uno de ellos conforme las presentaciones se fueron dando, en mi cultura, la mirada es la ventana al interior de las personas, tiene el poder de revelar gran cantidad de secretos. Debo admitir que muy en el fondo, reía nerviosamente, ahora era mi turno, sólo esperaba contar con una mejor suerte a la obtenida cuando presenté a Gemma con mi familia.



El primero fue el anfitrión, el dueño del caserón, Axel Bennet, un hombre alto con una palidez típicamente británica, cabello negro, mandíbula cuadrada y ojos azul oscuro que denotaban afabilidad, ingenio agudo y sentido del humor que podía pasar de lo más simple al más ácido cuando hiciera falta.



El segundo en acercarse fue un ruso de altura considerable e imponente, rasgos faciales definidos, expresión pétrea, extremadamente rubio, con unos ojos de un azul muy claro, en los que se leía rudeza inicial e inaccesibilidad; sin embargo, la barrera duraba poco, en el transcurso de la velada fue con quien entablaría mejor conversación, la cual, fluiría sobre Historia y Política, acompañadas por un par de partidas de ajedrez, a él le interesaba obtener información de primera mano sobre la situación política egipcia y qué mejor de un ciudadano de aquellas tierras. Un ser culto y analítico, agradable cuando se relajaba, inclusive fue quien destensó el ambiente en las contadas ocasiones que sucedió, interesante personaje, Vladimir Koslov.



Había dos mujeres en un amplio sofá tono burdeos, con un vaso de vino blanco en las manos, percibí que había una relación muy estrecha entre ambas, quizá más de lo que querían admitir, dotadas de una belleza abrumadora y demasiado opuesta una de la otra.





Miranda McDowell era una arqueóloga y escritora irlandesa, la envolvía un halo de seductor misterio, una feminidad casi tan avasallante como la de Gemma pero en una piel excesivamente blanca en la que resaltaba una ondulada cabellera rojiza, facciones de ninfa delicada que evocaba a aquellos seres etéreos que seguramente abundaban en los bosques de su país, dueña de una mirada oscura que contrastaba con una efervescencia vital y coquetería innata pero de enamorarse de verdad, se entregaba por completo, algo me indicó que ya había encontrado al amor de su existencia y estaba justo a su lado.



Su compañera nunca dijo su nombre pero todos la llamaban Metz o Sel, no acerté de momento con su nacionalidad, piel bronceada, larga cabellera oscura y lacia, mirada almendrada tanto en forma y color que rezumaba inteligencia, prudencia, cierta reserva y una pequeña dosis de indecisión, la cual de seguir así por más tiempo, la llevaría a la pérdida de lo que ama profundamente pero no entiendo porque le cuesta tanto aceptar. Con ambas también tuve una charla amena, me fascinaron los detalles acerca de la cultura y arquitectura del país de origen de la mujer morena, en cuanto hubiese la oportunidad le sugeriría a Gemma conocer aquel destino, Metz por su parte, nos ofreció alojamiento cuando lo deseáramos.



La velada me pareció como muchas otras a las que acudí cuando hace algunos años había estudiado en Oxford, variadas nacionalidades y personalidades, sólo que con el detalle adicional de que iba a conocer a los compañeros inmortales de mi futura prometida, quizá por eso el nerviosismo que me había empeñado en ocultar y eso que aún me faltaba por conocer a otro de los miembros más antiguos, al más difícil de tratar. Jalil Abbud













domingo, 15 de julio de 2018

Hasta el tope

Con mucha inspiración y poco tiempo. En éstos tres últimos meses he tenido una gran carga de trabajo (gracias a los dioses), inclusive en fines de semana.

Es por estas cuestiones que he tenido un poco abandonado el blog, las historias siguen en mi mente pero casi no he tenido oportunidad de aterrizarlas, trataré hacer un espacio para llevarlo a cabo.

Entre un empleo de horario fijo aunque sea temporal, el proyecto de tareas de encargo (del cual me ocupo por lo general el fin de semana), más aparte, estudiar para un muy importante examen.

Prácticamente desde mayo hasta hace apenas un par de semanas, estuve a tope, ahora el trabajo fue menguando. Me encargaron un trabajo amplio acerca de las elecciones presidenciales que fueron a principios de este mes, espero que le haya ido muy bien a la persona que nos encargó ese proyecto y que se den muchos más.

 En cuanto al examen puedo decir que, afortunadamente lo pasé, así que próximamente me encontraré cerrando un ciclo y casi de manera inmediata abriendo otro, justo como siempre he querido, mi albúm de metas personales poco a poco ha ido concretándose.

Queridos lectores, haré lo posible para que este proyecto siga en curso, me alegra saber que tengo visitas y al parecer es del agrado de varios lo que aquí se publica.

¡Muchas gracias! Me animan a seguir adelante.