sábado, 11 de agosto de 2018

Un oasis en el desierto. Parte 9

Considerablemente apartado del cada vez más animado grupo, un hombre de melena oscura, pálido como la luna, de ojos esmeralda y porte desafiante nos observaba expectante, por lo general, inexpresivo hasta la médula; sin embargo, su mirada era poderosa, absolutamente inquisitiva, confieso que me fue dificultoso sostenérsela pero lo logré. Al parecer el gesto le agradó y por fin se le dibujó una media sonrisa de aprobación:



-          Tienes esa mirada profunda y fuerte que caracteriza a los moros, no tuve la suerte de combatir con alguno pero a los escasos que traté, cumplían con su palabra, espero sea tu caso- apremió con voz atronadora.

-          Puedes estar seguro, desde el principio supe que la seguiría a donde fuese y aquí estoy- solté.

-          Ya hubo quien se arrepintió, no creo que haga falta recordarte que todos nosotros nos respaldamos mutuamente y si ocurriera de nuevo, sería mi mano la que te eliminara, ¿ha quedado claro?- amenazó.



Silencio incómodo, Gemma lo vio con una mezcla de gratitud y preocupación, Axel y Vladimir se apresuraron a llenar las copas de todos con sus respectivas bebidas favoritas, Miranda y Metz adquirieron posturas defensivas mirándolo con la clara advertencia de que debía calmarse. Un par de horas después, ya con el ambiente menos tenso, retomamos la plática pendiente, él comenzó:



-          Me he enterado de que has decidido tomarte un tiempo más para formalizar y convertirte, lo cual me hace pensar que aún hay muchas dudas, te prevengo que en nuestro clan no hay lugar para eso-.







-          He dejado mi país, me otorgado la oportunidad de cuestionar las costumbres en las que fui educado, he abierto mi mente, dejé todo cuanto conocía y tenía, en primera instancia, para ir tras el amor de mi vida y en segunda, para encontrarme con quien realmente soy y puedo llegar a ser, el tiempo que pido es por la sencilla razón de que sé la clase de mujer que tengo a mi lado, quiero ser digno de ella en todos los aspectos o al menos en una mínima parte que sea posible, también deseo que ella tenga ese mismo tiempo para considerar si en verdad merezco tal honor-.



Vi perplejidad en su semblante, no esperaba mis palabras y la falta de titubeo, de tres zancadas estuvo frente a mí, nos sostuvimos las miradas, me estrechó la mano y se presentó formalmente:



-          Gauthier D’ Anjou, bienvenido a la familia, espero que tu discurso se vea respaldado por hechos y que sea pronto-.

-          Jalil Abbud, lo será y en el remoto caso de fallar, aceptaré el destino que tu mano imponga sin cuestionarlo-.



La noche transcurrió sin mayores sobresaltos, al día siguiente, de camino a la ciudad, cuando le externé a Gemma mis primeras impresiones acerca de los integrantes del clan, se sorprendió de lo certeras que fueron puesto que no me había advertido de nada sobre la personalidad de cada uno, en cuanto a Gauthier, le confirmé un temperamento fuerte, aguerrido, desafiante, protector, leal pero al mismo tiempo, en el fondo de aquel iceberg había un mar de secretos y emociones que lo atormentaban, del mismo modo me intrigaba la marcada tensión entre las dos mujeres y él, era demasiado obvia a lo que declaró:



-          Querido, eres un gran observador; en efecto, para él ha sido más complicada nuestra forma de existencia, en cuanto a su embrollada relación, la irás comprendiendo conforme los vayas tratando. En lo que respecta a tu desenvolvimiento de esta noche, estoy orgullosa-.



Los siguientes cuatro años trabajé sin descanso, realmente me esforcé por hacer posible lo que me había propuesto, terminé la carrera de arquitectura, fundé las bases de mi propia constructora juntos con unos socios e intercalaba con el otro negocio que había comenzado en Egipto y empecé con los cimientos de lo que sería nuestra futura casa, solo así me sentí seguro de dar el siguiente paso y henos aquí, en un par de días será nuestra boda.




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