“Juro
no tener miedo frente a mis enemigos, seré valiente y recto para ser un digno
protector de la Iglesia de Dios, que mi espada sólo será un instrumento para
llevar la verdad y la justicia en donde reine la oscuridad, seré la fuerza para
los débiles y acérrimo defensor de la fe hasta la muerte de ser necesario. Que así
sea.”
Abrí los ojos, de nuevo mi mente se transportó a aquellas remotas épocas, en las que mi mayor ilusión era ser armado caballero, un sinfín de veces lo ensayé bajo el amparo de la noche en la inmensidad del bosque que rodeaba a nuestro castillo. Nunca pudo ser. Nunca llegó aquel día. Mi existencia se transformó.
Aunque por siglos un consuelo me abrazó, de cierta manera llevé a los hechos tal juramento, sólo que defendía causas diferentes, por mucho tiempo me motivaron y en ocasiones se vieron empañadas por mi implacable sed de venganza.
Ahora, en las pocas ocasiones que me permitía cerrar los ojos venían de nuevo a mi mente, de un recóndito lugar de mi memoria, acompañadas de un fuerte presentimiento que se acrecentaba cada vez más:
"No nos dejes, aún hay causas por cuales pelear, se aproxima una batalla que nos tienes que ayudar a ganar, hasta morir o vencer". Ese susurro se hacía más frecuente, la voz me pareció familiar y creo saber de donde viene... Gauthier.
Aunque por siglos un consuelo me abrazó, de cierta manera llevé a los hechos tal juramento, sólo que defendía causas diferentes, por mucho tiempo me motivaron y en ocasiones se vieron empañadas por mi implacable sed de venganza.
Ahora, en las pocas ocasiones que me permitía cerrar los ojos venían de nuevo a mi mente, de un recóndito lugar de mi memoria, acompañadas de un fuerte presentimiento que se acrecentaba cada vez más:
"No nos dejes, aún hay causas por cuales pelear, se aproxima una batalla que nos tienes que ayudar a ganar, hasta morir o vencer". Ese susurro se hacía más frecuente, la voz me pareció familiar y creo saber de donde viene... Gauthier.
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