No podría explicar
que fue lo que me impulsó a sacarla del estuche y probármelo en el dedo anular
izquierdo, para mi asombro me quedaba a la perfección, alcé mi mano para que la
tenue luz de la vela aromática de lavanda la alumbrara, quedé hipnotizada por
unos minutos debido al brillo de las gemas, aún con el anillos puesto, dirigí
de nuevo la atención a la mesa, tomé al paquete de cartas, el cual, removió
todavía más mi curiosidad, nunca hubiese imaginado toda la historia que estaría
detrás de esta joya y lo más extraño, el tiempo que había quedado guardada, ¿Por
qué estuve destinada a encontrarla? Sólo el transcurso del tiempo me iría
contestando esa interrogante.
Antes de empezar a
leer alguna, le di un sorbo a mi copa de vino, suspiré, fui ordenando los
documentos por fechas dispuesta a comenzar su lectura pero en eso llegó mi
compañera, las guardé de nuevo, ella no era tan curiosa como yo así que no
preguntó, nos sentamos a cenar, vimos el siguiente capítulo de la última serie
que nos había atrapado y nos fuimos a dormir.
Los siguientes días
estuvieron muy ocupados, por lo que no me acordé mucho del tesoro que había encontrado,
hasta que una tarde relativamente relax, sin nada que leer puesto que ya había
embalado todos mis libros, recordé aquellas cartas, y puesto que mi roomie
estaría fuera todo el fin de semana, me dispuse a reordenarlas, el papel ya
estaba muy amarillo, pude entender la caligrafía a pesar de no haber tenido
tanto contacto con ese tipo de letra, esa primera carta fue el comienzo de una
gran historia que lo incluía todo: romance, tragedia, drama y sin un final
feliz.
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