En realidad han sido pocos los que de cierta manera la han marcado pero a todos agradezco la disciplina impuesta en clase porque me ha ayudado bastante.
Definitivamente aquellos que se han presentado con una imagen muy estricta pero sin embargo a medida que los iba tratando se convirtieron en un apoyo emocional inclusive en una guía espiritual, sorprendentemente, en el momento que más lo necesité.
Casi a mitad de la primaria, nos mudamos de estado y llegamos a casa de parientes, creo que no hace falta aunar en que la situación empezó y se fue tornando más tensa, convirtiéndose la escuela en mi único escape, la profesora Ana Luz lo notaba, quizá por lo mismo me exigía más, sobretodo en cuanto a ortografía y redacción, sabía que mantenerme ocupada era una distracción, con la cual, olvidaba un poco lo vivido en casa. De ahí se reforzó mi gusto por la lectura y nació mi pasión por la escritura.
Al profesor Armando, llegó como suplente a medio año, tenía educación militar y la imponía en clase, él se dio cuenta del acoso que sufría de parte de un primo, no sólo a mí sino a toda la escuela, tomó cartas en el asunto y lo expulsaron, tengo que aceptar que al principio no me cayó muy bien, fue mi primera lección de que las apariencias engañan y se necesita más de una primera impresión para formarte el juicio acerca de algo o alguien.
El profesor Eduardo, también al principio entró con una pose sumamente estricta o como decíamos los chavos noventeros, "se pasaba de mamón", en mi último año secundaria conocí a mi primer confesor, era fácil desahogarse con él, no sólo para mí, el resto de mis compañeros lo confirmaba, nos escuchaba y aconsejaba mejor que la misma orientadora, la cual por cierto, era un hígado. Al maestro Lalo lo aquejaba una rara enfermedad que le provocaba notables inflamaciones en el rostro, subió de peso considerablemente y comenzaron a fallarle las funciones de órganos vitales, al salir de la secu y visitar la escuela en primer año de preparatoria (la nostalgia aún me invadía) estaba irreconocible, sus últimas palabras: echénle ganas y disfruten la vida al máximo pero con responsabilidad.
¿Por qué dije últimas?, al pasar a mi segundo año de prepa, al acompañar a mi hermana a la habitual pastorela navideña de cada año, por medio del súper rocker profesor de música me enteré que apenas un par de meses, el maestro Lalo había muerto, el nudo en la garganta me duró varias noches, hasta que en una, solté el llanto y me dije: a dónde sea que haya ido, ya no es esclavo de su cuerpo, por fin es libre, gracias por las enseñanzas.
Y así me fui topando con personas en mi vida que muy a su manera me fueron dejando aprendizajes, aunque no recuerde sus nombres, les agradezco haber sido parte de mi existencia.
El profesor Eduardo, también al principio entró con una pose sumamente estricta o como decíamos los chavos noventeros, "se pasaba de mamón", en mi último año secundaria conocí a mi primer confesor, era fácil desahogarse con él, no sólo para mí, el resto de mis compañeros lo confirmaba, nos escuchaba y aconsejaba mejor que la misma orientadora, la cual por cierto, era un hígado. Al maestro Lalo lo aquejaba una rara enfermedad que le provocaba notables inflamaciones en el rostro, subió de peso considerablemente y comenzaron a fallarle las funciones de órganos vitales, al salir de la secu y visitar la escuela en primer año de preparatoria (la nostalgia aún me invadía) estaba irreconocible, sus últimas palabras: echénle ganas y disfruten la vida al máximo pero con responsabilidad.
¿Por qué dije últimas?, al pasar a mi segundo año de prepa, al acompañar a mi hermana a la habitual pastorela navideña de cada año, por medio del súper rocker profesor de música me enteré que apenas un par de meses, el maestro Lalo había muerto, el nudo en la garganta me duró varias noches, hasta que en una, solté el llanto y me dije: a dónde sea que haya ido, ya no es esclavo de su cuerpo, por fin es libre, gracias por las enseñanzas.
Y así me fui topando con personas en mi vida que muy a su manera me fueron dejando aprendizajes, aunque no recuerde sus nombres, les agradezco haber sido parte de mi existencia.
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