RECORDATORIO
Ciudad
de México, Martes 27 de Noviembre 2012
12:30
am
A mi regreso de
Irlanda me vi inmersa en diversas ocupaciones, mis clases en el INAH, los
trámites burocráticos para que Miranda y yo pudiéramos contraer nupcias en mi
ciudad, donde afortunadamente desde hace tres años ya era legal el matrimonio
entre parejas del mismo sexo, también nos dimos a la tarea de contactar a
nuestras contadas amistades al enlace pero que vendrían de varias partes del
mundo, fijamos la fecha iniciando otoño del próximo año.
No había tenido
tiempo ni de escribir este diario y no tenía otra cosa más en mente, desde la
propuesta hasta ahora me había encerrado en mi mundo, estaba enfrascada en mi
felicidad; por otro lado, a Miranda le ocurría lo mismo, se encontraba
arreglando el papeleo necesario para arrendar su apartamento de Nueva York y
también tendría que renovar el de otra pequeña propiedad que tenía en
Inglaterra y de paso, celebrar el Samhain de ese año. De nuevo otra llamada de
Gauthier me tomó por sorpresa:
- -Espero
tu mente se encuentre más despejada- me dijo a modo de saludo.
- -Te
aseguró que sí- murmuré sin emoción.
- -Por
cierto, felicidades por tu próxima boda- atinó a felicitarme.
- -Gracias,
ella ya adivinó la petición que me hiciste en París, incluso te apoya, afirma
que está en deuda contigo- asesté.
- -No
lo dudo, vaya que mis conocimientos aportaron mucho en aquella ocasión-
presumió.
- -Supiste
que hacer perfectamente, entiendo de sobra las razones, ella las ignora pero
las sospecha- inquirí.
- -Ahora
esos saberes están en tus manos, puedes hacer lo que quieras con ellos-
recordó.
- -Dejémonos
de más charla de fría cortesía, supongo que el motivo de tu llamada es saber mi
decisión final- solté de repente.
- -Si
no es mucha molestia, creo que ya esperé suficiente- atizó con cinismo.
- -Ya
sabes que no estoy en contra de que dejes de existir, te estoy doblemente en
deuda, pon fecha para tu suicidio asistido- ordené sarcásticamente.
- -Será
muy a principios del año que vine, no te preocupes, no interferiré con tu
enlace nupcial, te deseo lo mejor, te dejaré con mi primo Axel el regalo de
bodas para ambas- finalizó y cortó la llamada.
Esa era el tipo de
comunicación que desde siempre hubo con él, directa, fría, sin grandes vueltas,
al principio me irritaba profundamente después me fui adaptando hasta que
incluso yo misma adopté esa actitud en algunos aspectos de mi existencia, le
encontré utilidad, esa fue una de tantas enseñanzas que me dejó.
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