viernes, 8 de diciembre de 2017

Seducción y reconciliación...

Celeste y Axel




En menos de quince minutos llegó con la comida, aproveché el camino para dormir un poco, al llegar ofreció llevarme en brazos pero rechacé la oferta entramos al departamento y nuevas sensaciones se apoderaron de mí, definitivamente el sueño se me había quitado, además de que otro tipo de apetito se apoderó de mi cuerpo. No quise comer en la mesa del comedor sino en la barra de la cocina, de pronto se me antojó una copa de vino, afortunadamente teníamos una botella en la semivacía cava, él la descorchó y me sirvió una copa, antes de dármela se detuvo unos minutos, la olió, suspiró con placer, supuse la tortura que debía ser tener frente a él alimentos exquisitos y no poderlos degustar, puso la copa en mis manos, tomé un sorbo, una gota me escurrió por los labios, siguió hasta mi cuello y se detuvo en el nacimiento de mis senos.


¿Cómo describir esa tensión sexual que estaba generándose?, yo deseaba que él hiciera algo que detonara la situación; sin embargo, se limitó a pasarme una toalla para limpiarme, decepcionada me paré del banco dispuesta a irme a mi cuarto a cambiarme y tratar de dormir, cosa que estas alturas pensaba que sería imposible, pero él me detuvo, me cargó y me sentó sobre la barra, luego casi al oído me dijo:



-       Sabes que así no puede ser, pero nada impide que pueda ser al revés-.



Entonces fue cuando él se llevó la copa a la altura de los labios, dejó verter sobre él una fina gota de ese delicioso vino tinto que le llegó a la clavícula, puse mis labios sobre su fina y pálida piel, al principio la sentí fría pero no me importó, seguí hasta su cuello y me detuve en sus labios que ya me esperaban ansiosamente, el beso fue apasionado, avasallador, demostraba la necesidad que habíamos tenido de este contacto, su temperatura corporal fue mediándose hasta hacerse cálida.



Sin dejar de besarnos lo sujeté de la cintura con mis piernas, le pasé una mano debajo de la ropa, nos detuvimos, nos vimos intensamente por unos instantes, luego como una fiera salvaje realmente insaciable le arranqué la camisa y la aventé al otro extremo, hizo lo mismo con mi blusa, de igual forma me quitó la falda y los zapatos, también se descalzó, nos volvimos a besar, me trepé sobre él, me sujetó con fuerza y así nos fuimos a mi recámara.



Caímos sobre la cama, le quité de un tirón el pantalón de vestir, nos unimos en un abrazo y rodamos hasta caer al piso, no pude evitar carcajearme, él lo hizo de igual forma, después del exabrupto, la pasión se volvió a encender con más fuerza: besos, mordidas, rasguños, cuando estuve a punto de alcanzar el éxtasis le clavé lo más fuerte que pude las uñas en la espalda, afortunadamente no le quedarían cicatrices.



Con los ánimos más calmados, permanecimos abrazados, mi respiración ya era normal, él comenzó a besarme y acariciarme con suavidad, a retirarme el pelo de la cara, de repente tuve una necesidad mortal, me envolví con la sábana y me puse de pie, él me jaló hacia sí y me dijo en un tono arrolladoramente sensual:



-       Te vas a quedar cerca de mí, en donde pueda verte siempre-.

-       Debo ir al baño-.

-       Sí pero regresarás inmediatamente a mi lado-.

-       Claro que no, me escaparé por la ventana-.

-       Me daría cuenta rápidamente y te alcanzaría donde quiera que estés sin ningún esfuerzo-.

-       Jajajaja, ya lo sé, por supuesto que volveré, deseo hacer otra vez lo que hicimos hace rato, así que te daré tiempo para recuperarte-.

-       No lo requiero, por mí podemos hacerlo todo lo que queda de la noche-.

-       Más bien de la madrugada, ya es medianoche, te dejaré sin fuerzas-.

-       Ya lo veremos-.









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