"A pesar de su advertencia, me tomó tiempo, confiaba en sus palabras, en sus conocimientos pero en un rincón de mi mente seguía estando el miedo, poco a poco fui saliendo de la cueva, de mi escóndite que había sido estos últimos días.
De pronto sentí la tibia caricia de los rayos solares sobre mi piel cobriza, mi guía tuvo razón, no me calcinaron. Ambos astros que rigen el día y la noche, a partir de ahora me guiarán en esta nueva aventura que estoy por iniciar, aunque, con toda seguridad, me han acompañado desde siempre.
Un ciclo terminaba, tanto para mí como para el mundo que conocía, el imperio que me cobijó ya no existía, los dioses nos abandonaron, o más bien se transformaron, nos dejaban a nuestra suerte pero a la vez siguieron entre nosotros, quizá esperando el momento de resurgir con la misma fuerza de antes.
De pronto todo se volvió de nuevo negro, me desvanecí, a lo lejos alcancé a escuchar una voz que ya no pude identificar"...
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