jueves, 26 de octubre de 2017

Divina reunión. Agonía

Sólo uno se percató de la sútil huida de los dioses tutelares; Anubis, la deidad justiciera de la muerte, tenía una ligera idea de lo que se gestaría y si la situación se salía de control, sus colegas de reino y él tendrían trabajo de sobra, lo cual, no era malo pero quería que fuera lo más justo posible como era su naturaleza.

Se dispuso a seguirlos con prudencia, llegaron a un caserón sombrío perdido en medio de un bosque en una región del mundo que no reconoció, el contraste entre el paisaje de ensueño y áquella casa era sorprendente.

Un ser de oscura vestimenta los condujo a una habitación medianamente iluminada, en el centro de ésta se hallaba una cama semi cubierta de cortinajes azul ceniza, en el yacía una mujer madura de cabellos castaños con algunos hilos de plata, una tez pálida, lastimosamente delgada, de no tener ese rictus de enfermedad  sería muy hermosa sin duda alguna.

A su lado se encontraba una anciano de largas barbas blancas y triste semblante, sostenía la mano de la enferma, al notar la presencia de los dioses, movió la cabeza negativamente y bajó la mirada.


- ¡Gaia, madre de todos nosotros!- exclamó Hera rompiéndo en llanto y casi desmayándose cerca del lecho.





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