martes, 21 de noviembre de 2017

De las locuras del comienzo del ligue cibérnetico

Soy de la generación que conoció los primeros chats para intentar ligar por Internet: Starmedia, latinchat, las salas de conversación de Yahoo; entre otros, más adelante, las aplicaciones como Zoosk (algunos perfiles interesantes hallé debo admitir), Badoo (contacté extranjeros, sobretodo de Medio Oriente), Mexican Cupid (mucho que desear) y la más de moda Tinder.

Me suscribí a ellas más por mero tedio y curiosidad de lo que pudiese encontrarme que por desesperación de hallar pareja; la verdad es que, disfruto enormemente mi soltería, conciente del peligro que supone conocer en persona a alguien en tales circunstancias, las escasas ocasiones que tuve citas fue en sitios muy públicos y acompañada.

Es de la primera app de donde surgió la siguiente anécdota:

Encontré su perfil como uno de los que llamaron más mi atención y afín con mis preferencias, lo más atrayente en él fue que trabajaba en un café donde tenían lugar tertulias literarias.

Tierra Mestiza Arte y Café en la Colonia del Valle (ignoro si siga en funcionamiento), me quedaba considerablemente lejos; por lo cual, aproveché una entrevista en un corporativo, me picaban dos inquietudes: conocer el lugar y por supuesto a él (ahí sí fui sola, ya que me pareció tamaña locura involucrar a otra persona en esta andanza).

Averigué la dirección y después de perderme un poco, llegué; y sí, de plano lo sorprendí, pues sí, era el de la foto, sí eran sus gustos, sí era su nombre, a excepción del apeido de su perfil, lo adoptó de una banda de música alternativa.

Todo quedó en amistad a distancia, él ya había conocido a una chica de más por su rumbo y yo no estaba emocionalmente estable para ofracer algo más; sin embargo, la experiencia me dejó una excelente recomendción de un blog y el contacto con un buen escritor que me animó a hacer mi propio blog, incluso ya me dio una crítica positiva de una entrada de Crónica de una condena, dejaré sus datos más abajo.

En cuanto al chico que conocí en aquel entonces, le fui perdiendo la pista, apenas me he enterado que se se casó y tuvo un hijo, se le ve feliz, son hilarantes sus publicaciones en Facebook.


Rodolfo Naró:
 

 

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