viernes, 5 de mayo de 2017

Atrapad@ en la red

Dónde y cómo comenzar esta historia, no lo sé, al menos no de manera física, a distancia aún me pregunto que te llevó a dejarme ese mensaje. Revisando mi bandeja de entrada, me topé con el, te contesté, me volviste a cuestionar, te respondí, iniciando así una conversación.

Indagué en tu perfil, vi tus fotos, entre intrigada y fascinada me animé a pedirte tu número, los intercambiamos, ese es nuestro medio de comunicación frecuente (mensajes de WhatsApp), ya me di cuenta de que no usas frecuentemente la red social, igual que yo al menos esa cuenta alterna.

Entre buenos días, buenas noches, cómo estás, emojis e intercambios de imágenes, descubro que me caes muy bien, tenemos afinidades y tienes un rostro de ángel que con la persona y el momento indicados debe portarse deliciosamente mal.

Me he detenido a perdirte que salgamos para conocernos frente a frente porque vivimos de polo a polo y una inquietud asalta mi mente:

¿Y si el encanto se acaba?

Que así como empezó se esfume eternamente. Me dejará un gran vacío inspiracional. Eso es seguro.



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