miércoles, 24 de mayo de 2017

Crónica de una condena (Flor de Luna)

EL INICIO

13 de Diciembre 2011, Ciudad de México.                                                                                                          11:30pm

Justo a esta hora me siento frente al monitor de la computadora para teclear la ideas que rondan mi mente, porque tendré que empacar esta máquina, tomaré un vuelo dentro de algunas horas, ¿Qué hubieran pensado mis antepasados de que se pudiera guardar información de esta forma?

Inclusive yo no me hubiera imaginado conocerlo y mucho menos manejarlo con la misma destreza que pintaba códices y más tarde aprendí a escribir castellano con una caligrafía que rayaba la perfección y que hoy en día es anticuada incluso para las cartas de amor.

Unas horas más tarde estaré en Vancuver, Canadá, allá me reuniría con mis compañeros de condición, a los que practicamente consideraba mi familia, conviviría unas cuantas semanas con ellos y después partiría a París a entregar unos reportes.

Me apasiona mi trabajo, consiste en rescatar la cultura, el arte y sobretodo las piezas arqueológicas prehispánicas, concretamente aztecas. Colaboraba con el Museo de Antropoogía e Historia, iba a excavaciones, compartía información con otros museos de todo el mundo y escribía libros.

¡Si mis lectores hubieran imaginado que lo relatado en ellos fueron mis propias vivencias!, creo que a nadie le pasaba por la mente y en parte lo agradecía.

Llevaba muchos años en la arqueología, paralelamente los mismos en la antropología, esto lo hago por pasión y por cierto deber para con mi extinto pueblo, ya que honestmente no se gana mucho dinero en esto, mi soporte ha sido una fortuna que se acumuló desde la época colonial y el manejo de habilidades que ya describiré como las obtuve.

A menudo me pongo a recordar las circunstancias que me condujeron a donde estoy, de como a pesar de la rígida educación y las tradiciones de mis antepasados, mi forma de pensar fue marcadamente práctica porque lo único que deseaba era adquirir conocimientos y destrezas, no me interesaba casarme ni generar descendencia, no me atraía la idea de llevar una vida como las demás mujeres de mi época, creo que estaba muy adelantada a ésta.

En cuanto a mi apariencia física, que siga siendo un misterio, sólo les diré que mi reflejo ante el espejo a pesar de los siglos transcurridos no ha cambiado, soy consciente de que tengo un poder de atracción casi hipnótico que he usado en mi beneficio, incluso antes de tomar la decisión que cambiaría mi destino para siempre, ya jugaba esta carta a mi favor.



 "No creo en la suerte ni el azar, todo cuanto me ha acontecido fue producto de buenas o malas decisiones".

No hay comentarios:

Publicar un comentario