lunes, 5 de junio de 2017

El ángel de la muerte (Del baúl del pasado)

La primavera y el verano han pasado por su ventana, sus coloridos y alegres paisajes han sucumbido al sombrío y cada vez más fresco otoño.

Las hojas caen marchitas al igual que sus párpados que con escasas fuerzas se abren para contemplar el paso de las estaciones.

De nuevo ella regresa a su lecho y se recuesta, las blancas sábanas se confunden con su pálida piel la cual hace resaltar aun más su larga cabellera oscura, sus ojos negros y lo que resulta extraño, sus labios que a pesar de todo siguen siendo rojos.

Ella sabe que su fin esta cerca pero su alma no tiene miedo, sigue observando a través de su ventana la belleza deslumbrante del paso del tiempo, eso le da esperanzas a su espíritu agonizante, porque sus ojos que antes fueron un mar de lágrimas ahora ya son un desierto.

De pronto, una figura celestial llama su atención, jamás lo había visto, demasiado perfecto para ser de este mundo, un torso que parecía tallado por el más hábil artista, de los rasgos de su rostro se podría decir lo mismo el cabello tan negro como el abismo más profundo, los ojos tan grises como el cielo del invierno que estaba por empezar.

Sólo por un momento hubiera pasado por el más hermoso de los mortales, pero tenia otros detalles que cambiaban esta visión: de su espalda nacían dos alas negras, de plumaje sedoso y espeso, además su cuerpo estaba desnudo de la cintura para arriba sin importar que el frío se hacia más crudo y el suelo se pintara de blanco.

¿Cómo algo tan bello puede ser tan perturbador?

Ella por primera vez se enamoró, no volvió a acostarse, no podía dejar de mirarlo, el también la veía fijamente pero también sabía que dolorosamente estaba ahí para llevarse su último aliento de vida.

Una helada tarde, el se acercó a su ventana, sus miradas se perdieron hasta adivinar los entresijos de sus almas, la besó y desapareció llevándose consigo el rojo de sus labios.

Ella experimentó una oleada de placer, angustia y debilidad, por unos segundos su corazón latió más rápido y sonrió hasta que se desmayó.

Curiosamente vivió tres días más, en los que no lo volvió a ver, desesperada sale de su habitación a buscarlo sin importar que este descalza y la nieve sea tan densa.

Cada vez se siente peor, no puede mover sus inútiles pies, se da por vencida, se recuesta en su congelado lecho final y su último pensamiento lo dirige a el.

La criatura celestial por fin aparece, nunca había derramado una lágrima pero ahora sencillamente no lo pudo evitar, la toma en sus brazos, la estrecha con fuerza como si así pudiera revivirla aunque sabe que es imposible, la ama, su única esperanza es llevársela a su reino, al inframundo donde pueda hacerla feliz a su manera, algo que en vida nunca pudo tener.


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