Valió la pena esperar a la noche, encerrada
entre cuatro paredes detrás de oscuras y pesadas cortinas me tortura ese aroma
entre especiado con ciertas notas dulces, procuro correr muy poco el cortinaje,
descubro que se acaban de mudar al departamento de a lado, lo veo por fin, ahí
parado en la entrada está el objeto de mi suplicio: notable estatura, piel
radiante, músculos poderosos, cabello oscuro y abundante, una mirada que invita
a los placeres más carnales, no cabe duda de que el envase de mi elixir es
condenadamente seductor pero el Sol aún se encuentra en lo más alto de la
bóveda celeste...
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