viernes, 21 de abril de 2017

Protectora

De madrugada me despertó un llanto. Afuera se sentía frío y muy oscuro pero aún así tuve el valor de salir, el llanto se hacía más débil pero no lo suficiente para no poderme guiar al lugar exacto de donde provenía.

Alumbrándome con una linterna dí con un árbol mediano rodeado de espesa vegetación, en el suelo, un pequeño perro marrón agonizaba, tuve la precaución de abrigarme bien y llevar aparte una frazada encima, cargué al cachorro y lo envolví con ella tratando de que entrara en calor.

Estuve a punto de llevármelo a casa cuando una luz cegadora nos alcanzó, me asusté un poco, la luz fue menguándose pero de todos modos pudimos apreciar al ser que teníamos enfrente.

Me topé con la más dulce mirada de tonalidad indescifrable al igual que su edad, su rostro estaba enmarcado por una melena ondulada color miel, su menuda figura, enfundada con un vestido rosa pálido, no pude apartar mi vista de ella, ni siquiera respirar. Por inercia, coloqué al perrito en sus brazos, estaba moribundo, con expectación me tuve que alejar ya que ambos brillaron con tal intensidad hasta mágicamente desaparecer en la oscuridad de la noche.

Creí que había soñado, tal vez fue así porque me encontraba en mi habitación, sentí pesadez y caí en un sueño profundo.

Horas después, el Sol ya se colaba por mi ventana, un pequeño ladrido me llamaba desde el patio, ahí estaba el cachorro marrón, completamente restablecido, me miraba, su salvadora y guardiana ahora lo dejaba a mi cuidado, era su regalo.




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