El plan original era reunirme con unos amigos para festejar mi reciente regreso al Cairo, me salí antes de casa para dedicar aunque fuera unos minutos a mi pasatiempo favorito; la observación, sí lo pude hacer, sólo que esta vez mi atención no la retuvo ninguna construcción, mi primer sentido en ser acaparado en esta ocasión fue el olfato.
Un fuerte olor a jazmines me atrajo irremediablemente, fui atraído sin rumbo fijo aparente, me detuve un momento, tuve un déja vu, esta situación ya había ocurrido en los jardines de Oxford, fue muy extraño porque la frangancia antes mencionada es más común en Oriente Medio, para nada en la lluviosa y fría Inglaterra. El evento sólo ocurrió tres veces, todas en la noche, jamás di con el origen del peculiar aroma, se disipó tan pronto como surgió, esperaba esta vez tener éxito.
Caminé por lo que me pareció un prolongado lapso de tiempo hasta que el olor me guió hasta el Bazar de telas Wekalet El Balah, me costó detectar con exactitud de dónde o de quién venía el hechizante aroma, sentí que me observaban, volteé a mi izquierda y por fin nuestras miradas se encontraron... Jalil Abbud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario