Estoy aquí, contemplando a través de un empañado
cristal un paisaje sombrío, aun no ha cesado de llover, motivo por el cual mi
alma se halla inquieta. El teléfono no ha sonado, me agobia no tener noticias.
Espero con ansia salir de este exilio que
amenaza con volverse permanente, mi mente no deja de pensar en ello, pero una
vez que suceda… ¿Qué pasará más adelante?, ¿Qué voy a hacer?, ¿Cómo
reaccionarán los demás?
Las dudas y la incertidumbre no cesan de invadir
mi cabeza una y otra vez, sé que hasta que no enfrente esta situación no me
dejarán en paz, ¿Por qué no me llamas?, ¿Qué está sucediendo?, estoy dando
vueltas de un lado para otro y ya no sé que más hacer.
Por fin dejó de llover, la noche ha teñido de
negro el firmamento, el cielo está despejado, la luna puede apreciarse a
plenitud, su luz baña a la perfección el bosque que rodea a esta cabaña, por
alguna extraña razón me siento más tranquila aunque no pueda ni podré dormir,
sé que éste es el momento que estaba esperando.
Las horas transcurren sin que me dé cuenta,
antes de que los primeros rayos que anuncian el amanecer salgan, aprovecho para
emprender una larga carrera atravesando el bosque, a mi regreso me subo al
techo de la casa para contemplar el despuntar del alba, la mezcla de colores es
magnificente, definitivamente dejaría sin aliento hasta al más insensible,
justo cuando la luz del día está en todo su esplendor decido entrar.
Al parecer he calculado bien el tiempo, apenas
entré y el teléfono sonó, lo contesté sintiendo una inexplicable agitación en
todo mi ser, las noticias no son buenas pero tampoco son del todo malas, a
pesar de mi desasosiego escucho los informes con la debida paciencia, al cortar
la comunicación la inquietud que sentía en un principio ha vuelto con más
fuerza, estoy más conflictuada que nunca, necesito hablar con alguien.
Después de darme un baño y cambiarme de ropa he
conseguido despejar un poco mi mente, él ya está aguardándome en la estancia,
nos abrazamos nerviosamente, tengo la sensación de ha venido por mí para
encontrarme con mi destino, ha llegado el momento de hacerle frente, luego de
empacar lo necesario, subimos al auto, el camino será largo, ni él ni yo
podemos hablar, para mí será más difícil enfrentar lo que vendrá a
continuación, pero él no me abandonará y me apoyará en todo momento.
Estoy
absolutamente segura de ello...
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